En el barro esculpí a la Humanidad
dándole al primer hombre su existencia,
y logré asegurar su preeminencia
en un mundo de fiera hostilidad.
Rompí las reglas por necesidad
(todo es común en caso de emergencia),
y acepté, aún siendo injusta, la sentencia
que hirió mi cuerpo, no mi dignidad.
Prendí mi antorcha en el sagrado fuego
del sol, y se lo traje a los mortales
pagando mi bondad con mi agonía.
Quizá quebré las leyes, no lo niego;
pero fue por seguir los ideales
del corazón, no de la letra fría.
Prometeo (1)
de Francisco Alvarez Hidalgo
En la mitología griega, Prometeo era un osado titán que no tenía miedo alguno a los dioses. Se consideraba benefactor de la humanidad. Zeus, encolerizado, quitó el fuego a los hombres para castigarlo indirectamente; pero, Prometeo entró sigilosamente en el Olimpo, robó el fuego y se lo devolvió a los mortales.
Luego, Zeus mandó a capturar a Prometeo. Fue encadenado por Hefesto a un alta montaña donde, cada día, un águila hambrienta le devoraba el hígado. Como era inmortal, el órgano le crecía de nuevo, con lo cual el sufrimiento era inimaginable y eterno.
Fortuitamente, Heracles, que pasaba por allí, lo liberó derribando al águila con una poderosa flecha. Zeus, orgulloso por la hazaña de su hijo (Heracles) perdonó a Prometeo; pero, le obligó a llevar, toda la eternidad, un anillo con el trozo de la roca a la que tan terriblemente estuvo encadenado (2).
NOTAS
(1) http://poesiadelmomento.com/luminarias/mitos/54.html
(2) http://sobreleyendas.com/2007/11/27/el-mito-de-prometeo/
* Ilustración: Solange Esquivel Gallegos
* Ilustración: Solange Esquivel Gallegos
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